El segundo restaurando más antiguo de Barcelona ha decidido explicar y difundir la historia social y gastronómica de su familia
Restaurando Los Caracoles
Ramon, Cristina y Yolanda, la quinta generación de la familia Bofarull, del restaurante Los Caracoles, han decidido explicar las claves y la historia del restaurante que abrió su familia. A través de recetas y maneras tradicionales, revelan la historia de sus antepasados y la trayectoria de 180 años a la ciudad de Barcelona.
Los Caracoles es el segundo restaurando más antiguo de Barcelona y uno de los más conocidos internacionalmente. De hecho, han pasado por el restaurando celebridades como Ava Gardner, Luis Miguel Dominguín, Mark Knopfler, Helena Rubinstein, Charlton Heston, Lenny Kravitz, Jimmy Cartero, Robert de Niro, Giorgio Armani, Joan Miró, Àngel Guimerà, Salvador Dalí y Gala, y muchos más.
La historia El 1835, Agustí Bofarull y su esposa fundan la Tasca Can Bofarull, donde venían vino a granel, aceite, licores, petróleo y jabón. El primo germano, Felicià Bofarull, se hace cargo del negocio y consigue que venga un público más joven porque empiezan a servir comer para acompañar el vino, como por ejemplo sardinas escabechadas, anchoas, olivas, ostras o tornillos.
El 1915 cambia de nombre y acontece Los Caracoles por aclamación popular. Durante la Primera Guerra Mundial la clientela es, sobre todo, gente del barrio (cómo bohemios o periodistas). A partir de este momento, sale la necesidad de hacer reservados para los señores de alto linaje.
El 1934, Los Caracoles deja de ser una tasca y se convierte en un restaurante. Los hijos de Felicià adquieren el local contiguo y crean una plancha para cocinar, donde destacará la brasa con productos como carne, pescados, mariscos, zarzuelas o suquets.
El 1936 el restaurante es col·lectivitzat por los anarquistas, y los Bofarull se quedan como encargados del local. El 1937, reciben una multa para tener una iluminación excesiva por los bombardeos.
A la década de 1940, se instalan mesas en toda la acera de la calle Nueva de Sant Francesc. Los hermanos Ramon y Antoni Bofarull son los herederos de un legado gastronómico y social que consigue que su fama traspase fronteras. Es Antoni Bofarull, actor secundario de un gran número de películas, quienes utiliza sus contactos con el 'star system' porque los grandes actores, artistas o cantantes quisieran ir a Los Caracoles. Despacio, se va tirando más popular en el ámbito internacional, y su cocina destaca por comidas muy características y elaborados a las mismas cocinas de carbón que hay actualmente.
El 1952 muere Felicià, y la marina de los Estados Unidos desembarca en Barcelona y encuentran en Los Caracoles su restaurante preferido para comer sartén, filetes u otras especialidades mediterráneas.
Es a partir de 1960 que Agustí Bofarull, camarero, se casa con Evelyn Morales, hija de la cabeza superior de policía de Manila, quien establece que Los Caracoles es el segundo monumento de obligada parada después de la Sagrada Familia.
El 1973 muere Antoni Bofarull y el restaurante queda en manso de su hermano Antoni. Los hijos de este, Felicià y Agustí (cuarta generación), le serán de gran ayuda al frente del negocio. La nieta de Antoni, Aurora Bofarull, será la primera de la quinta generación al formar parte activa del restaurante por un accidente automovilístico de su padre. Posteriormente, se incorpora su hermano, Ramon, y dos de sus primas, Cristina y Yolanda.
El 1995 muere Ramon Bofarull, y sus dos hijos, Felicià y Agustí, salen adelante el negocio junto con sus hijos, Aurora, Ramon, Cristina y Yolanda.
El 2006 muere Agustí, y dos de sus cuatro hijas, Cristina y Yolanda Bofarull, asumen la dirección del negocio junto con sus primos, Aurora y Ramon. Ramon es el consejero delegado y responsable de los recursos humanos y la sala; Cristina es consejera delegada y responsable de administración y finanzas; Aurora se encarga del marketing, la comunicación y la sala, y, finalmente, Yolanda se hace cargo de la gestión de proveedores.
El restaurante abre los 365 días del año y tiene capacidad para 250 comensales. Cuenta con salones privados para un número máximo de 100 personas y cada día llenan toda la sala. Los Caracoles mantiene el mismo aspecto que hace sesenta años, una larga barra a la entrada, una enorme cocina de carbón (la única que queda en Barcelona), y, la parte de bajo, dotada de potentes hornos. Destacan platos como el lechón, la bullabesa, los arroces, el bacalao, el marisco, el entrecot, la zarzuela o los imprescindibles tornillos especiales, que hicieron famoso el local en todo el mundo.