La fondue de queso es el plato nacional de Suiza y el más conocido del país helvético. Una propuesta que se ha popularizado internacionalmente gracias a ser una comida ideal para compartir y disfrutar en grupo, alrededor de una mesa, especialmente en los días de frío. De hecho, la fondue se estableció como plato nacional de Suiza en la década de los años 50 del siglo pasado, con la inclusión de la receta en el libro de cocina del ejército
Un plato nacido del frío
El origen de la receta puede encontrarse en la costumbre de los pastores y los montañeros de calentar trozos de queso viejo, y por lo tanto duro, no sólo para ablandarlos sino también para disfrutar de un plato caliente. La receta básica, además, requiere de muy pocos ingredientes: queso suizo rallado, ajo, vino blanco, harina de almidón de trigo y un poco de zumo de limón. Las variantes, pero, son muchas y diversas, desde las diferentes variedades de queso a incorporar pimienta negra, nuez moscada, licor de cereza (kirch)... Y, para los más atrevidos, se puede condimentar con ¡cebolla, pimienta roja, xili o curry!
Las versiones más clásicas usan mitad Le Gruyère AOP y mitad Vacherin Fribourgeois AOP, pero también se puede usar Appenzeller o Tête de Moine, entre otros quesos. Eso sí, tened en cuenta que el queso es mejor que no sea muy joven, ya que el madurado se funde mejor.
Cuadrados de pan blanco
En cuanto al pan, los típicos cuadrados de pan para mojar en el queso son mayoritariamente de pan blanco, pero también se puede usar integral, tostado, y, hasta todo, ¡patatas cocidas! Un consejo, usad pan del día anterior, el queso se engancharà mejor. Por otro lado, se posáis vino, es recomendable que sea afruitat y más bien ligero, a pesar de que también funciona bien vino blanco seco, cava, té negro suave o zumo de manzana.
Os dejamos algunas propuestas de fondue para que disfrutéis del plato suizo en casa:
Y una propuesta para los más golosos
