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Una historia sobre la Slava, la fiesta ortodoxa en honor a los patrones de las familias

Es una de las fiestas más importantes para los cristianos ortodoxos de Serbia y también para los bosnios ortodoxos, miembros de la Iglesia Serbia.

El pastís de l'Slava

El pastís de l'Slava

Vivir lejos de casa siempre es una experiencia enriquecedora. Esto no quiere decir que sea fácil, ni mucho menos. A veces hay conflictos o malentendidos. Otras veces, aparecen las nostalgias y los olvidos. David hace tanto de tiempo que vive en Catalunya que ha superado los malentendidos; la nostalgia apenas saca la nariz, y el olvido de sus primeros años en Sarajevo se ha hecho el amo y señor de su vida cotidiana. Al fin y al cabo, como nos pasa a todos. Me explica que si sus padres le hubieran puesto por nombre 'Borislav', como a su hermano, todavía tendría que dar explicaciones de su origen cada vez que conoce alguien nuevo al trabajo o en el barrio o donde sea. Pero 'David' no despierta ninguna curiosidad a nadie aquí. Sólo cuando nota cómo lo mira alguna madre de la escuela cuna cuando siendo cómo habla una lengua extraña con su hijo se siendo observado, diferente, extranjero. Porque David habla bosnio con su hijo, castellano con Elisenda, su mujer, y catalán con quien se dirija en esta lengua. Cualquier rastro de acento se ha desvanecido y este hecho también disipa la curiosidad ajena. Qué curioso que la curiosidad sólo nazca cuando nos topamos con algo raro, dando por sentado que conocemos bien todo el que es propio.

Recuerdo de infancia

La curiosidad es tan azarosa como la memoria. Paseando por una feria de productos artesanos, en cualquier fiesta de pueblo, siempre hay una casita con incienso. Entre sonrisas, confiesa que este olor le hace viajar en el tiempo, cuando acompañaba la abuela a la iglesia. El incienso forma parte del paisaje sensitivo de su niñez. A partir de aquí, ya se detona la memoria: la Navidad, el año nuevo..., que en calendario juliano se celebran en nuestro enero —siempre tenemos que sumar trece días para situarnos en la cronología ortodoxa—. Aun así, su fiesta favorita llegaba el 20 de enero, cuando en casa del abuelo celebraban el Slava. Cada familia ortodoxa serbia tiene un santo patrón que se hereda de generación en generación. En casa de David se encomendaban a san Juan Bautista (Jovandan). Y era entonces cuando la abuela preparaba la 'slavski kolač': un pastel dulce, decorado con una cruz y otros motivos muy diversos. También satisfacía a los más comilones la 'koljivo' o ('slavsko') 'žito', cpn una base de trigo hervido con azúcar y nueces molidas.

Esta particularidad de los ortodoxos serbios, de origen difuso, probablemente pagano, fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2014. 'Donde se celebra el Slava hay un serbio, dice la tradición popular. David no es serbio. Es de origen bosnio. Una guerra lo llevó en Cataluña con trece años. Y el gusto dulce del 'slavski kolač' le hace volver a ser niño.

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