Si hablar de calçots es hablar de Valls y el Alt Camp, hablar de calçotada es hablar de Masía Bou (con permiso de Casa Fèlix, está claro). Porque los herederos de Josep Gatell y Maria Rueda se vanten de ser los creadores de la calçotada. Y no los falta razón. Al restaurando todo es al servicio de la calçotada. Desde el aparcamiento al monumento de la entrada, pasando por los varios ámbitos, entre los cuales destaca la plaza de Roures, un espacio dominado por unos pocos árboles de este tipo. Eso sí, centenarios. Una demostración más que evidente que la masificación (capacidad para 900 personas) no tiene que ser forzosamente sinónimo de pérdida de calidad.