Son pequeñas, ¡pero valientes! Los antiguos mayas, los aztecas y los incas ya consumían semillas de chía, un ingrediente que hoy consideramos un superalimento por sus muchas virtudes. ¡Una aportación saludable y energética!
Una semilla de Centro-América: la chía es la semilla de la Salvia hispanica, una planta de la familia de la menta originaria de México y Guatemala.
Sin gluten: las semillas de chía tienen un gusto que puede recordar a la nuez, y una cosa que hay que tener en cuenta es que no contienen gluten.
Una fuente importante de omega-3: la chía es una gran fuente de ácidos grasos omega-3, proteínas y fibra. También tiene un gran número de vitaminas y minerales
Un toque de sabor para sopas y ensaladas: la chía se acostumbra a comer mezclada con cremas, sopas, ensaladas, legumbres o verduras, galletas, yogures, mermeladas o purés.
Hidratar y consumir: para consumirla lo mejor es dejar que se hidrate en algún líquido (agua, yogur, crema, etc.), esto hará que saque la gelatina y sea mucho más fácil de consumir.
Tiene un gran efecto saciante: últimamente, la chía se ha convertido en un producto muy moda en dietas, puesto que tiene un gran efecto saciante, pero un consumo excesivo puede provocar problemas gastrointestinales.
Sustituto del huevo: la chía puede ser un espesante natural y en numerosas recetas veganas se usa su poder como sustituto del huevo.
Blancas o negras; enteras o en polvo: podemos encontrar en el mercado semillas de chía enteras o en polvo, y de color negro o blanco, con más proteínas que las negras.
Con mucha fibra: el consumo de chía ayuda a tomar de manera rápida la cantidad de fibra que necesitamos diariamente, puesto que una porción de chía de 30 gramos contiene 11 gramos de fibra.
Muy presente en pastelería: las semillas de chía se pueden incorporar en galletas, bizcochos o panes, así como batidos y pudines.