Es posiblemente la preparación más representativa de la cocina catalana, a pesar de que en otros lugares, como las Islas Baleares, la Comunidad Valenciana o incluso Italia también tienen versiones. Del pan en tomate se ha escrito y hablado mucho. No se trata ahora de asentar cátedra sobre cómo se tiene que preparar, puesto que la propia naturaleza del plato (que implica la cotidianidad y lo casero) hace que de recetas haya tantas como personas preparan y comen. Pero, podemos proponer una serie de recomendaciones que hemos sentido y leído a los líderes de opinión, o bien que hemos experimentado nosotros.
- Como punto de partida, recomendamos un pan de miga densa, si puede ser, de hace dos días, cortado en rebanadas de un centímetro y medio de grueso. Si queréis, las podéis tostar.
- Hacedlo con tomate de rama, que no sólo tiene que estar maduro de la planta, sino madurado en la despensa, colgado con sus compañeros semanas o meses, hasta que concentre los aromas y sabores y se vuelva blando. Cortadlo por la mitad i restregar el tomate, primero por los alrededores de la rebanada, aprovechando la erosión que provoca la costra para ablandar la pulpa y que sea más fácil mojarlo en el centro de la miga. Si todo ha ido bien os quedará entre las manos tan sólo la cáscara del tomate.
- Un buen chorro de aceite de oliva y sal, en este orden. El aceite que sea virgen extra de la mejor calidad. Piqual, arbequina, 'hojiblanca' o argudell. La sal, marina, sin ningún tipo de tratamiento y, a poder ser, un poco gruesa. Servidlo al momento.