Es una de las técnicas básicas de la cocina catalana, por eso hemos consultado diversos expertos para conocer todos los secretos de este condimento culinario
La cebolla: se tiene que picar con un cuchillo, nada de batidoras eléctricas ni robots de cocina. Con un rallador "quedará demasiado triturada", precisa el experto.
La cocción: la cebolla la podéis cocer a fuego vivo y con bastante aceite para que no pierda toda el agua y se dore suficientemente y no tenga gusto de hervida. Otra opción es seguir el sistema más lento y confitado de Pere Bahí, es decir, fuego lento, paciencia e ir añadiendo agua a la cebolla. En este último caso obtendréis una cebolla más oscura y con mucho aroma.
El tomate: los mejores son los carnosos, como los de pera, los de rama o los corazón de buey. Isma Prados los escalda, los pela y saca las semillas antes de añadirlos a la cebolla, pero esto es cuestión de gustos. Si utilizáis tomate de lata, recordad que la conserva contiene ácido cítrico, gusto que podéis eliminar añadiendo un poco de azúcar al sofrito una vez cocido.
La cocción: el tomate se tiene que añadir cuando la cebolla ya está muy dorada y haya reducido el volumen dos terceras partes como mínimo. El sofrito estará listo cuando se haya evaporado toda el agua del tomate; lo veréis cuando el tono de la mezcla sea brillante. En este punto el sofrito ya está listo, y a partir de este momento corréis el riesgo de que se enganche si no apagáis el fuego.