Hace un tiempo, hablar de aguacate era hablar, sólo, de guacamole mexicano, un plato a base de esta fruta, cilantro, chili y lima. Por suerte ha ido ganando popularidad y ahora es un ingrediente imprescindible en nuestra dieta diaria. Con él se pueden hacer una infinidad de platos, incluso dulces, ya que es viable usarlo para elaborar postres como helados, mouses y cremas. La mejor noticia es que es su aporación nutricional es muy beneficiosa para la salud: contiene grasas que ayudan a reducir el colesterol, vitamina E, antioxidantes, magnesio y ácido fólico. En cuanto al gusto, es parecido al de una nuez o una avellana, aunque depende de la vietat elegida. Hay de cáscara verde, negra, con forma de pera y, incluso una variedad mini, que no tiene hueso.
- Comprarlo: La cáscara no tiene que presentar manchas ni golpes y la pulpa tiene que ser suave. Si notáis que el hueso se menea en exceso o está muy blando, es sinónimo que está demasiado maduro.
- Madurarlo: A menudo cuando los adquirimos les falta un punto de maduración, así que los podemos dejar fuera de la nevera un par de días, para que se acaben de madurar.
- Abrirlo: Tened cudiado! Lo mejor es hacer un corte circular de extremo a extremo y girar-lo, para que se parta en dos. Para extraer el hueso, picadlo con un cuchillo y giradlo hasta que salga. Para la pulpa, ayudaos de una cuchara para desengancharla de la cáscara.
- Consumirlo: Cuando abrimos un aguacate, se oxida rápidamente, por eso lo tenemos que consumir pronto o añadir algún ácido para evitar la oxidación, como un chorrito de vinagre o zumo de limón o lima.
- Comerlo: Es una fruta que podemos consumir tanto cruda como cocida, ya que admite preparaciones diversas: podemos hacer crema, paté o cocerla en tempura o a la brasa.
- Conservarlo: Cuando el aguacate está maduro y entero, lo mejor es la nevera. Pero si no lo habéis gastado todo, refrigeradlo siempre con la mitad que contiene el hueso, para evitar que se ennegrezca, y añadid un chorrito de limón a la superficie.