Preparación
- En un bol grande, poner la harina de fuerza, la levadura desmenuzada y una pizca de sal junto con la leche templada y el azúcar. Remover todos los ingredientes y a la vez añadir los dos huevos para reblandecer la masa y hacerla más manejable. Una vez mezclado todo bien, seguir amasando sobre una superficie lisa, hasta conseguir que todos los ingredientes se integren a la perfección y quede una masa manejable y homogénea. Añadir la mantequilla a temperatura ambiente, es decir, cuando su textura sea más o menos blanda.
- Enharinar una superficie plana y retomar el amasado hasta que la masa no se pegue en las manos y haya adquirido la textura idónea. Este proceso lleva un rato, ya que al incorporar la mantequilla la masa pierde la estructura. Cuando esté fina y no se pegue, dejar reposar en el bol del principio, en un lugar alejado de posibles corrientes de aire, 1 h, hasta que la masa doble su tamaño.
- Con la ayuda de un rodillo, dar forma de rectángulo, pintar con un pincel mojado en agua y polvorizar por encima de la masa una mezcla de azúcar y canela. Añadir pepitas de chocolate o pansas, si se desea. Enrollar la masa sobre sí misma cerrando los extremos para conseguir que las unidades sean proporcionales.
- Antes del horneado, cortar los rollos de masa en rodajas y dejar reposar el tiempo necesario para que doblen su tamaño.
- Pintar con huevo y cocer 15 min en un horno precalentado a 190 ºC.
- Para el glaseado: mezclar un vaso de agua con 100 g de azúcar glas. La mezcla debe ser espesa y consistente ya que al echarla sobre los rollos calientes se volverá más líquida. Aromatizar el glaseado con unas gotas de limón o una cucharadita de vainilla.
- Aplicar el glaseado sobre los rollos de canela aún calientes: verter en una bolsa, cortar el pico y vaciar poco a poco sobre los rollos.