Flan de calabaza con crumble y helado de vainilla

Por Gemma Clofent

Tipo de plato Postres

Dificultad Media

Raciones 4

Vegetariana

Ingredientes

Para el flan:

200 g de pulpa de calabaza
Calabaza
La calabaza tradicional nuestra, allanada y de superficie rugosa y oscurecida que los franceses denominan 'potiron', está dejando paso a la 'Cucurbita pepo', la francesa 'citrouille', redondeada y de piel lisa y anaranjada. Se reconocen por el tallo. Cilíndrico e inflado en la base, en la nuestra, y de sección pentagonal y sin engrosamiento, en la otra. Ambas son de invierno, de pulpa anaranjada, y pueden sustituir a la patata: en puré, en crema o fritas. La cocción con mucha agua disipa su sabor y la textura se vuelve blanda.
cocida
50 g de chocolate blanco
Chocolate blanco
No todo el mundo acepta calificarlo como chocolate, puesto que el cacao no interviene en su preparación, a pesar de que sí lo hace la mantequilla de cacao. Lo inventaron los suizos, al poco de la I Guerra Mundial, para dar salida a los excedentes de mantequilla de cacao. Comercializado por primera vez por Nestlé, en forma de barritas, es una pasta hecha con azúcar, leche y mantequilla de cacao (la grasa extraída de la pasta de cacao). Tiene un punto de fusión más bajo que el resto de chocolates, lo que lo hace más cremoso y especialmente fundible en la boca, pero muy inadecuado para trabajarlo en pastelería, por la facilidad que tiene la mantequilla de cacao para disociarse. Al no tener la teobromina del cacao, los efectos euforizantes del chocolate no se dan en la variante blanca.
80 g de leche condensada
Leche condensada
Preparado hijo de la leche evaporada, que ya elaboraban los antiguos mongoles dejándola al sol, y que Nicolás Appert experimentó con éxito en 1820 como un proceso más para conseguir alimentos de larga conservación, y que, en los EE.UU., se fabricó con el nombre de Highland Evaporated Cream.

La leche condensada también es norteamericana —de 1865— y estaba destinada a alimentar las tropas durante la Guerra de Secesión. Está hecha a base de retirar agua de la leche de vaca para añadir hasta un 60% de azúcar, convirtiéndola en un jarabe espeso, fácil de conservar y de color blanco roto, que, tradicionalmente, se consume esparciéndolo en una rebanada de pan o como complemento del café. En bote o en tubo, fue apreciada durante la posguerra y se usa en preparados de repostería caseros. Pero su uso inicial, hacer leche añadiendo agua, casi se ha olvidado.
3 huevos
canela
Canela
Fruto del secado de la corteza superficial de un árbol pariente del laurel, en cuyas ramas se hace un corte a lo largo. Al hacerlo, la corteza se va secando y enrollando sobre sí misma, formando los clásicos bastones de la canela en rama, que después pueden ser molidos para hacer la canela en polvo, de sabor más potente pero más alterable. En el mercado, podemos encontrar dos calidades principales y muy diferentes: la canela de Ceilán, la mejor, fina como el papel y mucho más aromática, y la canela de China, menos delgada, menos aromática y con un gusto un poco picante. Tradicionalmente vinculada a la repostería, nuestra cocina emplea también la canela para perfumar platos de carne. Sus propiedades digestivas la asocian a ciertas infusiones como el chocolate y el vino caliente. Hay que conservarla en un recipiente hermético y preservarla de la humedad y la luz.
nuez
Nuez
Fruto seco introducido en Europa por los romanos y que da, en botánica, nombre genérico a la semilla que guardan dentro del hueso. La semilla de la nuez tiene una forma compleja y cruzada con las mitades de la cáscara. De ahí el fracaso habitual al romperlas aprovechando la sutura. Primero hay que debilitarla con una ligera presión del cascanueces y después, girando 90 grados, romper la cáscara apretando razonablemente más fuerte. Por su fragilidad —se enrancia y se ablanda fácilmente—, la nuez no suele estar presente ni en las picaduras de nuestra cocina ni en las salsas. Sin que ello suponga que no se pueda integrar y continúe haciendo sólo de toque final de pasteles, ensaladas y otros preparados. Para conseguirlo, su conservación tendría que hacerse en recipientes herméticamente cerrados y sin retirarles la cáscara.
moscada

Para el crumble de almendra:

60 g de mantequilla
Mantequilla
Resultado del malaxado (mezcla) de la crema de leche obtenida espontáneamente por reposo de la leche cruda o, en más cantidad y artificialmente, por centrifugado. El batido que hace el malaxado concentra más las gotitas de grasa presentes en la leche y cambia su estado, formando un producto sólido en frío, que mantiene entre un 14 y un 16% de agua, a pesar de haber perdido una gran parte.

Por eso, en la cocina, hay que dejar ablandar la mantequilla. O fundirla justo cuando se hace la cocción. De lo contrario, calentada entre 40 y 60 ºC, acaba separando esta agua y formando mantequilla clarificada (el 'ghee' de la cocina india), líquida y con menos tendencia a ranciarse.

Empleada en la cocina europea, como grasa de cocción y, además, como espesante y para untar pan, la crema de leche y la margarina han ido haciéndole sombra en estos usos culinarios.
pomada
50 g de azúcar
90 g de harina
Harina
Producto resultante de la molienda de varios cereales o vegetales ricos en almidón, pero que, en Europa y a base de cultura, ha acabado siendo sinónimo de la molienda de un trigo al que se le han retirado el salvado y el embrión para hacerlo más digestible. Las otras harinas existentes suelen traer adjetivos o complementos para poderlas identificar. Con varias calidades, dependiendo del tipo de trigo, del tratamiento y, sobre todo, de la proporción de gluten que tenga, solemos diferenciar entre la harina de repostería, con poco gluten y, por lo tanto, poco panificable, y la harina panadera, que, precisamente gracias a tener más gluten, acepta la fermentación manteniendo prisionero, de manera espontánea, el gas generado. Son harinas especializadas que orientan a los consumidores después de muchos años de harinas indiferenciadas y que, teóricamente, servían para todo.
25 g de almendra en polvo
Almendra en polvo
Inicialmente destinada, mayoritariamente, a la preparación de la dieta blanca, los 'panellets' (como ingrediente) y la leche de almendra (para infusión), el producto es el resultado de la molienda en seco de los frutos del almendro. De aquí, pasó al ámbito de los dulces, como ingrediente de pasteles, galletas, rellenos y recubrimientos. Por el sabor que aportaba, pero también por su capacidad espesante. Actualmente, la cocina parece haberla descubierto como alternativa a la harina en un gran número de platos, a los cuales aporta, nuevamente, su capacidad de espesar. Pero también como sustituto parcial de la misma harina, en el caso, por ejemplo, de los rebozados, donde se mezcla con la harina habitual, o de los gratinados, donde la costra tostada incorpora nuevos sabores. Sin olvidar las posibilidades que abre a la gente con problemas alimentarios.

Flan de calabaza con crumble y helado de vainilla Gemma Clofent

Ingredientes

Para el flan:

200 g de pulpa de calabaza
Calabaza
La calabaza tradicional nuestra, allanada y de superficie rugosa y oscurecida que los franceses denominan 'potiron', está dejando paso a la 'Cucurbita pepo', la francesa 'citrouille', redondeada y de piel lisa y anaranjada. Se reconocen por el tallo. Cilíndrico e inflado en la base, en la nuestra, y de sección pentagonal y sin engrosamiento, en la otra. Ambas son de invierno, de pulpa anaranjada, y pueden sustituir a la patata: en puré, en crema o fritas. La cocción con mucha agua disipa su sabor y la textura se vuelve blanda.
cocida
50 g de chocolate blanco
Chocolate blanco
No todo el mundo acepta calificarlo como chocolate, puesto que el cacao no interviene en su preparación, a pesar de que sí lo hace la mantequilla de cacao. Lo inventaron los suizos, al poco de la I Guerra Mundial, para dar salida a los excedentes de mantequilla de cacao. Comercializado por primera vez por Nestlé, en forma de barritas, es una pasta hecha con azúcar, leche y mantequilla de cacao (la grasa extraída de la pasta de cacao). Tiene un punto de fusión más bajo que el resto de chocolates, lo que lo hace más cremoso y especialmente fundible en la boca, pero muy inadecuado para trabajarlo en pastelería, por la facilidad que tiene la mantequilla de cacao para disociarse. Al no tener la teobromina del cacao, los efectos euforizantes del chocolate no se dan en la variante blanca.
80 g de leche condensada
Leche condensada
Preparado hijo de la leche evaporada, que ya elaboraban los antiguos mongoles dejándola al sol, y que Nicolás Appert experimentó con éxito en 1820 como un proceso más para conseguir alimentos de larga conservación, y que, en los EE.UU., se fabricó con el nombre de Highland Evaporated Cream.

La leche condensada también es norteamericana —de 1865— y estaba destinada a alimentar las tropas durante la Guerra de Secesión. Está hecha a base de retirar agua de la leche de vaca para añadir hasta un 60% de azúcar, convirtiéndola en un jarabe espeso, fácil de conservar y de color blanco roto, que, tradicionalmente, se consume esparciéndolo en una rebanada de pan o como complemento del café. En bote o en tubo, fue apreciada durante la posguerra y se usa en preparados de repostería caseros. Pero su uso inicial, hacer leche añadiendo agua, casi se ha olvidado.
3 huevos
canela
Canela
Fruto del secado de la corteza superficial de un árbol pariente del laurel, en cuyas ramas se hace un corte a lo largo. Al hacerlo, la corteza se va secando y enrollando sobre sí misma, formando los clásicos bastones de la canela en rama, que después pueden ser molidos para hacer la canela en polvo, de sabor más potente pero más alterable. En el mercado, podemos encontrar dos calidades principales y muy diferentes: la canela de Ceilán, la mejor, fina como el papel y mucho más aromática, y la canela de China, menos delgada, menos aromática y con un gusto un poco picante. Tradicionalmente vinculada a la repostería, nuestra cocina emplea también la canela para perfumar platos de carne. Sus propiedades digestivas la asocian a ciertas infusiones como el chocolate y el vino caliente. Hay que conservarla en un recipiente hermético y preservarla de la humedad y la luz.
nuez
Nuez
Fruto seco introducido en Europa por los romanos y que da, en botánica, nombre genérico a la semilla que guardan dentro del hueso. La semilla de la nuez tiene una forma compleja y cruzada con las mitades de la cáscara. De ahí el fracaso habitual al romperlas aprovechando la sutura. Primero hay que debilitarla con una ligera presión del cascanueces y después, girando 90 grados, romper la cáscara apretando razonablemente más fuerte. Por su fragilidad —se enrancia y se ablanda fácilmente—, la nuez no suele estar presente ni en las picaduras de nuestra cocina ni en las salsas. Sin que ello suponga que no se pueda integrar y continúe haciendo sólo de toque final de pasteles, ensaladas y otros preparados. Para conseguirlo, su conservación tendría que hacerse en recipientes herméticamente cerrados y sin retirarles la cáscara.
moscada

Para el crumble de almendra:

60 g de mantequilla
Mantequilla
Resultado del malaxado (mezcla) de la crema de leche obtenida espontáneamente por reposo de la leche cruda o, en más cantidad y artificialmente, por centrifugado. El batido que hace el malaxado concentra más las gotitas de grasa presentes en la leche y cambia su estado, formando un producto sólido en frío, que mantiene entre un 14 y un 16% de agua, a pesar de haber perdido una gran parte.

Por eso, en la cocina, hay que dejar ablandar la mantequilla. O fundirla justo cuando se hace la cocción. De lo contrario, calentada entre 40 y 60 ºC, acaba separando esta agua y formando mantequilla clarificada (el 'ghee' de la cocina india), líquida y con menos tendencia a ranciarse.

Empleada en la cocina europea, como grasa de cocción y, además, como espesante y para untar pan, la crema de leche y la margarina han ido haciéndole sombra en estos usos culinarios.
pomada
50 g de azúcar
90 g de harina
Harina
Producto resultante de la molienda de varios cereales o vegetales ricos en almidón, pero que, en Europa y a base de cultura, ha acabado siendo sinónimo de la molienda de un trigo al que se le han retirado el salvado y el embrión para hacerlo más digestible. Las otras harinas existentes suelen traer adjetivos o complementos para poderlas identificar. Con varias calidades, dependiendo del tipo de trigo, del tratamiento y, sobre todo, de la proporción de gluten que tenga, solemos diferenciar entre la harina de repostería, con poco gluten y, por lo tanto, poco panificable, y la harina panadera, que, precisamente gracias a tener más gluten, acepta la fermentación manteniendo prisionero, de manera espontánea, el gas generado. Son harinas especializadas que orientan a los consumidores después de muchos años de harinas indiferenciadas y que, teóricamente, servían para todo.
25 g de almendra en polvo
Almendra en polvo
Inicialmente destinada, mayoritariamente, a la preparación de la dieta blanca, los 'panellets' (como ingrediente) y la leche de almendra (para infusión), el producto es el resultado de la molienda en seco de los frutos del almendro. De aquí, pasó al ámbito de los dulces, como ingrediente de pasteles, galletas, rellenos y recubrimientos. Por el sabor que aportaba, pero también por su capacidad espesante. Actualmente, la cocina parece haberla descubierto como alternativa a la harina en un gran número de platos, a los cuales aporta, nuevamente, su capacidad de espesar. Pero también como sustituto parcial de la misma harina, en el caso, por ejemplo, de los rebozados, donde se mezcla con la harina habitual, o de los gratinados, donde la costra tostada incorpora nuevos sabores. Sin olvidar las posibilidades que abre a la gente con problemas alimentarios.

Flan de calabaza con crumble y helado de vainilla Gemma Clofent

Preparación

Para el flan: cocer la calabaza partida por la mitad 45 minutos a 190 ºC. Pelarla, sacar las semillas y pesar 200 g.
Triturar con el túrmix la calabaza caliente y el chocolate blanco. Incorporar el resto de ingredientes y triturarlos con el túrmix.
Repartir la mezcla dentro de moldes de flanes y cocerlo 45 minutos a 140 ºC al baño María.
Para el crumble de almendra: mezclar el azúcar, la harina y la almendra. Incorporar la mantequilla cortada en dados. Mezclar con las manos.
Cuando la mezcla se haya vuelto homogénea y con una textura arenosa, repartirla sobre un papel de horno. Cocerla a 180 ºC hasta que tenga un color dorado. Dejarla enfriar y reservarla cerrada herméticamente.
Servir el flan acompañado del crumble y una quenelle de helado.