Preparación
- Para el bizcocho: separar las yemas de las claras. Batir las yemas con la mitad del azúcar hasta que doblen el volumen. Montar las claras con el resto del azúcar y añadirlas suavemente a las yemas (a mí me gusta reservarme una tercera parte de la clara para añadirla al final, después de la harina).
- Añadir la harina tamizada, el limón, el resto de clara y verterlo dentro de un molde encamisado. Cocerlo unos 25 minutos a 180 ºC con el horno ya caliente y calor en la parte de abajo.
- Sacarlo del horno y dejar caer el molde sobre el mármol con un golpe seco. Así saldrá el aire de dentro y no se bajará el bizcocho. Desmoldarlo y girarlo del revés sobre un papel de horno espolvoreado con azúcar en polvo. De este modo, quedará más plano de arriba.
- Dejarlo enfriar y, opcionalmente, congelarlo muy tapado con papel film.
- Para el almíbar: poner el agua y el azúcar en el fuego y dejarlo hervir 2 minutos para que se disuelva el azúcar. Añadir el licor y reservarlo.
- Para la crema de mantequilla: poner el agua y el azúcar en un cazo al fuego. Dejarlo hervir durante 3 o 4 minutos hasta conseguir un almíbar a 117 ºC.
- Verter el almíbar sobre las yemas sin dejar de batir con las varillas eléctricas. Seguir montándolo hasta que se enfríe el almíbar y las yemas queden bien esponjosas.
- Incorporar la mantequilla poco a poco y batirlo hasta que quede muy homogéneo. Reservar.
- Montaje: cortar el bizcocho en tres pisos (con la lira, sacando también la parte tostada de encima). Colocar el primer piso de bizcocho sobre la rejilla del microondas y mojarlo con la tercera parte del almíbar. Esparcir la mermelada y taparlo con un segundo piso de bizcocho. Mojarlo con otro tercio del almíbar y cubrirlo con un poco de crema de mantequilla. Taparlo con el tercer piso de bizcocho y mojarlo con el resto de almíbar.
- Cubrir toda la mona con la crema de mantequilla.
- Pegar la almendra laminada por arriba y por todo el contorno, cogiendo puñados de almendra con una mano y acercándola a los laterales (se enganchan solas).
- Con dos espátulas muy grandes, coger la mona de la rejilla y colocarla sobre la blonda. Adornarla al gusto.