Surtido de quesos con mermelada de calabaza y vino rancio

Por Pep Trullols

Tipo de plato Postres

Dificultad Baja

Raciones 4

Sin
gluten

Ingredientes

queso tipo Garrotxa, cabra semicurado
queso suave de la Segarra, vaca semicurado
bolita de queso fresco
Queso fresco
Es la manera tradicional de preparar los quesos en la región mediterránea, en especial, en las zonas poco frías y, por lo tanto, poco adecuadas para los procesos de secado y conservación. Habitualmente, se hace con leche de cabra o de oveja, a la que se aplica una coagulación enzimática, seguida de un cortado (no siempre acompañado del salado clásico) y una elaboración que se acaba con un amoldamiento en trapo o molde, que permite obtener varias medidas y formas. De sabor y textura suaves, se suele integrar perfectamente en cualquier ensalada y servir de complemento de otros platos fríos. También se suele emplear en la preparación de salsas, cremas y determinados pasteles. Afortunadamente, hoy son muchos los artesanos y pequeños productores que se dedican a elaborarlo en nuestros lares, y que, de este modo, garantizan un producto de proximidad y calidad.
con toque de membrillo

Para la mermelada de calabaza:

1 kg de calabaza
Calabaza
La calabaza tradicional nuestra, allanada y de superficie rugosa y oscurecida que los franceses denominan 'potiron', está dejando paso a la 'Cucurbita pepo', la francesa 'citrouille', redondeada y de piel lisa y anaranjada. Se reconocen por el tallo. Cilíndrico e inflado en la base, en la nuestra, y de sección pentagonal y sin engrosamiento, en la otra. Ambas son de invierno, de pulpa anaranjada, y pueden sustituir a la patata: en puré, en crema o fritas. La cocción con mucha agua disipa su sabor y la textura se vuelve blanda.
de dos colores (la verde con manchas blancas)
500 g de azúcar

Surtido de quesos con mermelada de calabaza y vino rancio

queso tipo Garrotxa, cabra semicurado
queso suave de la Segarra, vaca semicurado
bolita de queso fresco
Queso fresco
Es la manera tradicional de preparar los quesos en la región mediterránea, en especial, en las zonas poco frías y, por lo tanto, poco adecuadas para los procesos de secado y conservación. Habitualmente, se hace con leche de cabra o de oveja, a la que se aplica una coagulación enzimática, seguida de un cortado (no siempre acompañado del salado clásico) y una elaboración que se acaba con un amoldamiento en trapo o molde, que permite obtener varias medidas y formas. De sabor y textura suaves, se suele integrar perfectamente en cualquier ensalada y servir de complemento de otros platos fríos. También se suele emplear en la preparación de salsas, cremas y determinados pasteles. Afortunadamente, hoy son muchos los artesanos y pequeños productores que se dedican a elaborarlo en nuestros lares, y que, de este modo, garantizan un producto de proximidad y calidad.
con toque de membrillo

Para la mermelada de calabaza:

1 kg de calabaza
Calabaza
La calabaza tradicional nuestra, allanada y de superficie rugosa y oscurecida que los franceses denominan 'potiron', está dejando paso a la 'Cucurbita pepo', la francesa 'citrouille', redondeada y de piel lisa y anaranjada. Se reconocen por el tallo. Cilíndrico e inflado en la base, en la nuestra, y de sección pentagonal y sin engrosamiento, en la otra. Ambas son de invierno, de pulpa anaranjada, y pueden sustituir a la patata: en puré, en crema o fritas. La cocción con mucha agua disipa su sabor y la textura se vuelve blanda.
de dos colores (la verde con manchas blancas)
500 g de azúcar

Para la mermelada de calabaza: pelar y trocear la calabaza muy pequeña, en daditos, y ponerla en un recipiente untado con un poquito de mantequilla a fuego medio durante 25 min. Añadir el azúcar y dejarlo rehogar 20 min más. Poner la mezcla resultante en botes cerrados y dejarlos boca abajo para sellarlos al vacío. Dejarlos reposar 5 días.
La gracia está en colocar los quesos en un orden de más fuerte a menos fuerte, para saborearlos mejor, y añadir la calabaza al gusto.